25/1/12

Se ha partido la punta

IV

Esa melancolía tuya llega a mi espíritu.

No entiendo el diálogo que llevan pero siento que duele. Entonces vuelvo a llorar.

No paro de llorar.

Mis ojos están cargados como la bolsa de la mamá canguro.

Sé que una lágrima ha tocado el lunar de mi boca. Siento como baja por los surcos de mis labios. Permanece allí.

Ya la música es más grande que todo. Ha dejado de doler.

La siento rosando mi piel. Acariciándome.

Mi cabello flota por los aires.

Suave. Ligero.

Estoy tranquila. Como una muerte apacible y dulce.

V

No es Ella. Es la música que fluye con ella.

I feel it when I sing it.

Beyond my bones and my blood.

I’m certainly sure that my eyes are shinning.

My skin is invisible.

No one see me.

Everyone feel me.

Es como una canción en el infinito.

No comienza. No termina.

No tiene tiempo o espacio.

VI

La habitación se ha vuelto púrpura.

Se escucha la reverberación de tu dolor chochando con las paredes.

Con las teclas del piano.

Con la luz.

Con tu voz.

El piano es un ente que habla, que no deja de hablar. Siempre está ahí. Sus palabras son sutiles.

I like to see you. I like to feel you.

El piano hace que te sientas. Que existas.

Es como estar en un campo de girasoles. Caminar y tocar el centro de su delicada flor.

Sentir las hojas sobre tus piernas.

Sentir el agua en tus pies.

Sentir el cálido sol que acaricia tu rostro.

No hay sombra. Sólo eres tú.

VII

Eras el regazo sobre el que descansaba mi cabeza.

Sentir el piano borra todo lo que se interpone entre mi piel y mi ser.

Mi piel se encrespa.

Tu nariz, Tus ojos, Tu boca.

Hay energía.

Hay tristeza y dolor.

Cuando cierras los ojos se que piensa en ese dolor.

Sé que lo sientes y magnetiza todo tu cuerpo.

Cuando los abres y tu mirada mengua detenida hacia el suelo, hacia la nada, sabes que no podrás superarlo jamás.

Foto por: Yuliana Andrea Medina Cardenas.

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